Clausura del Festival Flamenco Lisboa 2012
A priori; difícil conectar a la primera. Es la frase que mejor podría explicar la situación de enfrentarte a un público desconocido, con arraigo o sustrato cultural diferente (lo que para nada es sinónimo de menor predisposición). Dicha circunstancia no significa tampoco que el guión deba cumplirse a raja tabla o sea requisito sine qua non, que la conexión entre artista-público quede relegada.
Pedro Cintas y Juan Manuel Moreno, el pasado viernes 16 de Noviembre, coincidiendo con el Día Mundial del Flamenco, el 2º Aniversario del Flamenco Patrimonio de la Humanidad y la clausura del Festival Flamenco Lisboa- Oporto. Han tenido la oportunidad de demostrar y han demostrado una vez más, la grandeza y universalidad de este arte; El Flamenco.
Ante un marco inigualable cómo es la carismática Sala Santiago Alquimista, situada en el Lisboeta barrio de Alfama. Pedro Cintas al cante y Juan Manuel Moreno a la guitarra desglosaron y dieron forma a diferentes estilos del flamenco más ortodoxo.
El Fado, expresión musical portuguesa por excelencia. Es reflejo de melancolía, nostalgia, historias de barrios humildes, fatalismo y muchas veces de tragedia. Un cante, no por ello, atractivo, dulce, de gran arraigo y que configura un verdadero universo musical muy presente en el día a día de nuestros vecinos portugueses.
Con independencia del nexo que une a cualquier manifestación artística. La conexión Flamenco-Fado siempre ha facilitado, la predisposición, a un lado u otro, de cualquier persona, con independencia de conocimientos previos a generar el clima adecuado para que ambos estilos sean bien recibidos y respetados por el público presente.
Pedro Cintas, abrió por malagueñas y abandolao. Un cante rico en matices, libre, que carece de medias y al que otorgó su sello más personal. Poco tardaron los allí presentes, en hacer evidente que estaban ante un artista cuyas cualidades, poderío y formas expresivas depararían momentos importantes.
La guitarra de Juan Manuel en su sitio; comedida y llena de relevancia cuando procedía. Un toque moderno con reminiscencias clásicas.
Llegó la soleá. Pilar básico del flamenco, independiente de cualquier otra conjunción melódica y rítmica. Y apareció Pedro Cintas. Es aquí donde el artista junto a la seguiriya. Los dos toros bravos del flamenco. La madre del cante y el quejío continúo. Puso el alma sobre el escenario. Sacó el carácter solemne, sentencioso, breve y de musicalidad reposada. Aquí no hay medias tintas o se canta bien o no se canta; con ambos estilos no se puede vender la moto .Pedro Cintas demostró porque, hoy por hoy , se encuentra entre los elegidos dentro del denominado Cante por Derecho. Desglosaba los tercios a medida que los asistentes se adentraban en el dolor, la tragedia y el desamor que en forma de cante cogía forma. Sin duda 20 minutos frenéticos, no por el ritmo; si no por la intensidad y lo laborioso de estos cantes con los que Pedro Cintas consiguió conectar.
Después vinieron los Tangos, reminiscencias de nuestra tierra. Dónde Juan Manuel Moreno desplegó el toque y sabor extremeño en una simbiosis musical que terminó con un público totalmente entusiasmado y demandando más cantes por fiesta.
Así llegaron las Cantiñas y bulerías, donde la complicidad con los asistentes, a esta mítica sala, fue total, subía el grado de aceptación y buen rollito por lo que tras más de una hora de actuación y tras retirarse ambos a los camerinos, el público hizo que volviesen al escenario para rematar la actuación.
En este caso Pedro en total complicidad con Juanma y aprovechando: acústica, silencio del público y sus enormes facultades. A capela; a pelo, realizó una serie de fandangos del Carbonerillo y Cepero, que a medida que los remataba eran coronados por continuos aplausos y hasta algún ole portugués.
Diego Gallardo López.
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